Estética y accesibilidad con puertas correderas de exterior

Las vallas perimetrales y los accesos a garajes con puertas correderas son muy habituales en nuestras ciudades. La facilidad de acceso y la seguridad que proporcionan son factores que hacen de este sistema un modelo práctico, pero aquí no acaban sus ventajas. Las puertas correderas de exterior son un elemento decorativo que influye en la estética del inmueble. 

Puertas correderas de exterior con mucho estilo

Las puertas correderas tienen un gran protagonismo en la estética de una vivienda. Por eso es importante buscar un diseño que las convierta en protagonistas de los muros limítrofes, destacando por sus formas y colores.

La mayoría de las puertas correderas de exterior se hacen en aluminio soldado, un material muy resistente y fácil de trabajar que da mucha libertad en los diseños. 

Puedes disponer de puertas correderas de una o dos hojas y puedes incorporar una puerta peatonal para agilizar el paso cuando se accede sin vehículo. Respecto a la forma, las posibilidades son muchas. Las puertas pueden ser lisas, con paneles horizontales o verticales de distintos anchos o formando cuadrados con molduras. Y puedes crear distintos modelos que combinan una parte lisa con otra con troquelados. 

En cuanto al color, también hay muchas posibilidades. El aluminio admite todo tipo de colores desde los clásicos negros, grises o blancos a diversas tonalidades de color madera. Y si buscas resaltar más la puerta, puedes pintarla de color burdeos o verde oliva

Un tránsito cómodo para todos

Uno de los aspectos positivos de las puertas correderas de exterior es que pueden ser de grandes dimensiones para facilitar el acceso de dos vehículos a la vez. Así se agiliza el tránsito y no se producen atascos innecesarios en las horas punta. 

Estas puertas disponen de diversas medidas de seguridad como sistemas de fotocélulas que ante un obstáculo se detienen y frenan en seco la puerta para evitar golpes y aplastamientos. 

La velocidad de apertura y cierre se puede regular para adaptarse a las necesidades de cada momento y de cada comunidad. El acceso puede controlarse a través de tarjetas de proximidad, llaves magnéticas o cerraduras biométricas que funcionan por reconocimiento de huella dactilar y se manejan mediante una aplicación desde el móvil.