Los avances tecnológicos están cada vez más presentes en nuestras vidas, es más son ya algo imprescindible. Como no podía ser de otra forma, el motor de puerta es uno de los mecanismos que más usamos.
Domótica en casa y en la oficina
La búsqueda del confort, la seguridad y el ahorro de energía hacen que la domótica sea algo cada vez más común.
Se entiende por domótica el conjunto de aplicaciones y tecnologías que permiten gestionar los espacios de manera inteligente y eficiente. Dentro de las posibilidades que ofrece el motor para puerta es uno de los más clásicos y más empleados.
Puerta automotizada
En concreto, el motor para puerta ha sido una de las aplicaciones pioneras es este campo. Tanto en viviendas particulares como en centros de trabajo la motorización de puertas mejora de manera notable su manejo.
Al poder abrir y cerrar las puertas mediante un pulsador o de manera remota se facilita la accesibilidad eliminando barreras y garantizando el libre paso de cualquier persona.
Mejora de la seguridad
Relacionado con la buena accesibilidad se encuentra la seguridad. En muchos centros de trabajo como por ejemplo laboratorios, hospitales o almacenes de distinto tipo es necesario preservar ciertas zonas, ya sea porque hay materiales sensibles, confidenciales o simplemente son áreas diferenciadas de un hospital.
En estos casos el motor para puerta es un elemento de domótica que resulta realmente práctico. Por un lado se consigue que el acceso sea fácil ya que las puertas se abren solas y por otro al disponer de códigos de seguridad se limita y controla el acceso. Además al ser parte de un sistema de domótica los responsables pueden conocer en todo momento quien está dentro o fuera y pueden llevar un mayor control y restricción del acceso.
Ahorro de energía y climatización
A estas ventajas se añade que el motor de puerta contribuye de manera notable al ahorro de energía. Por ejemplo en un almacén donde haya una zona de congelados y otra área de secos una puerta automática permitirá que las temperaturas de cada zona permanezcan inalterables. Y esto es un ahorro energético porque los motores no tienen trabajo extra para volver a los grados fijados.